La Ley de Reestructuración y Liquidación (SAG) lleva activa desde 2015, aunque ya nadie hable de ella. El objetivo de la ley es salvar a los bancos de la quiebra y evitar que el contribuyente tenga que intervenir con ayudas. De este modo, se aliviará a los bancos de importancia sistémica. El efecto, sin embargo, son los correspondientes derechos de intervención sobre sus propios accionistas o clientes. Por cierto, esto no sólo se aplica a los bancos, sino también a las compañías de seguros. En lenguaje llano, esto significa que los depósitos de particulares o pequeñas empresas, bajo cualquier forma, superiores a 100.000 euros, sin derecho a recurso. Ni siquiera es necesario informar a los clientes de esta medida para evitar una corrida bancaria. La recuperación no es posible. Se trata, por cierto, de legislación de la UE y es similar en todos los países de la UE. Por ello, aconsejamos encarecidamente la diversificación. Cualquiera puede y puede abrir una cuenta en cualquier país. Por cierto, una cuenta bancaria en EE.UU. ofrece una protección de depósitos de hasta 250.000 §.